Superando tus límites

Por si prefieres escuchar este post en lugar de leerlo

Tiempo de superarnos

Querido lector, futuro navegante:

Madre mía. Seis vueltas al mundo ya. Una vez más, el tiempo nos sorprende. Muchas cosas hemos compartido, sobre todo si me sigues desde el principio de este viaje.

¿Cómo te sientes? Hace ya algunas vueltas al mundo comentábamos que seguro que puedes ver mejoras y, ahora, habrás notado que ese crecimiento se ha consolidado.

Si has seguido trabajando todo este tiempo, habrás apreciado que hay aspectos que ya gestionas de una forma diferente.

Por eso, en esta última vuelta al mundo te he propuesto ideas para que rompas ya, de una vez por todas, tus límites. Ésos que, consciente o inconscientemente, te habías marcado a ti mismo.

Quiero que salgas de tu zona de confort y que te acostumbres a ello, creando un esquema mental donde experimentemos sin temor. Con pruebas pequeñas. Poco riesgo. Enfocadas a aprender.

La búsqueda de seguridad para evitar el riesgo, nos dice Robert Kiyosaki, es la cosa más peligrosa que podemos hacer.

Tienes que crear el hábito de empujar tus fronteras. Rompiendo, poco a poco, casi sin que te des cuenta, esas limitaciones autoimpuestas.

Según lo escribo, aprovecho para recordármelo a mí mismo. Porque son hábitos, por lo que tenemos que crearlos y mantenerlos. Con perseverancia y curiosidad. Y, sobre todo, con ilusión de ver qué nos traen.

Las trampas del resultadismo

Indudablemente, notar que estás progresando te genera esa pequeña descarga de dopamina que te estimula y te sirve de motivación.

Pero no puedes agarrarte solo a momentos. Tu vida profesional no puede asentarse, exclusivamente, en las situaciones en que alcances algún éxito. Porque, si es así, ¿qué pasa con todo el resto? ¡Que constituye la inmensa mayoría de tu vida!

Toda meta es un proceso, apunta Francisco Alcaide, y como todo proceso hay que empezarlo, sufrirlo y recorrerlo entero.

Además, hay otra cosa igualmente importante: ¿qué pasa con los tropiezos? ¿Van a amargarte la existencia? ¿Van a robarte toda la energía que has acumulado con tus avances?

¿A sembrar, de nuevo, esas dudas que has ido acallando?

Marcarte objetivos es imprescindible. Necesitas una brújula que nos indique el camino a seguir.

Pero la satisfacción se tiene que encontrar en el camino. Y tienes que encontrar esa satisfacción en las situaciones que se planteen en su transcurso, sean cuales sean.

Unas, porque te permitan avanzar más deprisa. Otras, porque te permitan aprender más.

Y cuanto más aprendas, más fácil es que el siguiente intento sea mejor, consuma menos energía y te empuje más hacia adelante.

O, quizá, y ésta es otra de las cosas fascinantes que tiene este enfoque, te enseñe que ese objetivo que te habías marcado no es el idóneo. No es realmente lo que te va a llenar.

La vida no es lineal. Pensar en ella de esa forma es fuente de frustración. Ahora bien, en los recodos del camino pueden estar las visiones más hermosas.

Acumulando aprendizajes

Los grandes pasos siempre generan grandes preocupaciones. Es la sensación de vértigo de tener que superar una gran caída.

Por eso, es muy fácil que surja el miedo al fracaso. Un miedo que bloquea e impide siquiera dar un primer paso.

De ahí la importancia de la mentalidad experimental. Para llegar muy lejos, buscas un primer avance pequeño. Asumible. Que no te genera excesiva inquietud al ser de poco riesgo. Pero, sobre todo, de mucho aprendizaje.

En esencia, nos dice David Allen, nada cambiará en el mundo, pero desviar tu atención hacia algo que tu mente percibe como una tarea factible provocará un aumento real de la energía positiva, la orientación y la motivación.

Lo intentas, aciertas o fallas. Es lo de menos, porque la clave está en lo que aprendes.

Defines el siguiente experimento. Dado que has aprendido del anterior, seguro que éste saldrá algo mejor.

Si perseveras en las pruebas durante suficiente tiempo, se producirá un interés compuesto de tus experimentos. Habrás encontrado tantas aproximaciones diferentes, que:

  • Por una parte, cada nuevo paso te será más y más fácil. Cada vez te sentirás más cerca de la meta.

  • Por otra, tendrás tal cantidad de ideas adicionales que serás mucho más creativo en tu siguiente intento. Encontrarás caminos diferentes a los ya trillados para hacer el trabajo.

Quizá te digas a ti mismo que no tienes tiempo para hacer experimentos. Quizá pienses que eso va a ser, a la larga, muy costoso.

¿Te das cuenta de que son excusas? ¿Crees que, si intentas hacer lo que te pide el corazón, realmente te va a resultar costoso aun cuando lleve mucho tiempo?

¿A qué piensas dedicar, si no, ese tiempo?

Deja de pelear contra ti mismo

Sin embargo, no nos engañemos. Las excusas son parte de nuestra vida. Son un mecanismo natural de esa parte de nuestro cerebro que se empeña en mantenernos vivos.

Aunque equivoque qué es eso de estar vivos.

Porque, nos guste o no, a los brillantes y extraordinarios seres humanos la naturaleza nos domina. Con todos nuestros avances, no hemos sido capaces de modificar ni una sola de sus leyes.

La única manera en que hemos conseguido progresar ha sido, precisamente, teniendo la habilidad para usarlas en nuestro favor.

Por eso es tan importante conocer cómo funciona el mundo. Porque, si aprendes la manera en que tu mente funciona, podrás trabajar con ella y no contra ella.

Si haces lo segundo, estarás malgastando energía y, peor aún, estarás dándole alimento a tu cerebro reptiliano para generar excusas que te obstaculicen.

Si haces lo primero, buscarás caminos de mínima resistencia para crear tus hábitos, construir tu conocimiento o resolver tus problemas.

De hecho, la creación de hábitos persigue, precisamente, que seas efectivo con la menor fricción posible.

¿Qué me quieres contar?

Construir tu propio sistema de hábitos es una capacidad imprescindible para llegar a ser un problem solver.

Y otra de las habilidades que necesitas en tu portfolio es la capacidad de comunicación.

Ahora todo el mundo quiere ser speaker. Resulta muy brillante, muy llamativo.

Pero no te engañes. El tipo de comunicación que usas todos los días y a todas horas es la escrita. Sigue siendo el medio principal de comunicación en el ámbito profesional.

Es imposible pensar sin escribir; al menos de una manera sofisticada y conectable, nos explicaba Niklas Luhmann.

Por tanto, si no quieres luchar contra ti mismo, debes hacer que la escritura sea algo natural en ti. Otro hábito más.

Para ello, es conveniente tener una metodología. Una forma de trabajar consistente, que haga que las cosas salgan espontáneas. Que escribas casi mecánicamente.

Que allane todo el camino hasta el momento en que tengas que contar aquello que, realmente, te va a diferenciar. En ese punto es donde tienes que poner toda tu energía.

Aprovecha al máximo todo el trabajo que has hecho al crear tu PKM. Escoge y monta tus piezas de Lego. Hazlo según un orden lógico. Y, cuando te quieras dar cuenta, estarás, de una forma simple, transmitiendo esa idea brillante que quieres hacer llegar al resto del mundo.

No puedes quedarte a medias

Si te das cuenta, el método de escritura que proponíamos despejaba el camino hasta desplegar tu creatividad y tu ingenio, para diferenciarte y hacer un trabajo de calidad.

En la resolución de problemas hemos venido revisando las fases de una buena sistemática para abordar un problema.

Pero, igualmente, llega un momento en que no puedes trabajar con procedimientos. Tienes que trabajar con una aproximación diferente, porque no hay nada previo que sea verdaderamente útil para abordar la situación actual.

Y empeñarte en aplicar soluciones previas es una pérdida de tiempo, de recursos y, sobre todo, de motivación. Porque son soluciones que no van a dar resultado y, por tanto, van a erosionar los ánimos del equipo implicado.

Quizá a priori parezca mejor. Has dedicado menos esfuerzo. Parece que sabes mucho, porque has tirado de memoria histórica para sacarte una solución antigua de la chistera.

Pero lo más probable es que esa solución no funcione, con lo que todo lo anterior se vendrá abajo. Ni resultas ser tan experto, ni vale para mucho tu memoria.

No hay más remedio que remangarse. Tienes que hacer el esfuerzo, que es importante, de bucear en los orígenes del problema. Si al cerebro le damos una salida fácil, nos recuerda Mario Alonso Puig, olvidémonos de que encuentre una solución.

Eso implica enfrentarte a tu propia ignorancia respecto de algunos temas. Hacerte vulnerable para pedir ayuda a otros miembros del equipo. Comprender que la solución no va a surgir inmediatamente. Quizá discutir con algún directivo de los que quieren las cosas para ya.

Pero de ese esfuerzo surgirán:

  • Nuevos conocimientos, tanto individuales como de equipo, que aplicar en nuevos problemas

  • Una sensación profunda de seriedad, de rigor en el trabajo, de conocimiento de lo que estás haciendo para resolver el problema.

  • Una mayor cohesión en el equipo, por los apoyos mutuos que promueves.

  • Una solución probablemente más económica y, seguro, mucho más eficaz para el problema

  • El refuerzo de un cultura de trabajo efectivo, no de chapuzas o parches.

Y, sobre todo, surgirá la posibilidad real de resolver el problema.

Entonces, ¿eres realmente un problem solver? ¿O todo esto no es más que bla, bla, bla?

Superándote habitualmente

Por supuesto que eres un solucionador de problemas. Sobre todo, porque estás decidido a ir un paso más allá que la gran mayoría y llevar a cabo los esfuerzos necesarios para adquirir esa competencia tan esencial.

¿No crees que, además, cada vez es más importante diferenciarnos a partir del valor que ofrecemos? Recuerda: ¡que viene la IA!

Pero puedes reducir ese esfuerzo. Como siempre, conociéndote un poco y yendo a favor de obra.

Recuerda que los hábitos son nuestros amigos. Por eso, tienes que buscar la manera de que todo lo que nos parece ahora un gran esfuerzo se convierta en habitual para ti.

Debes hacer que todos estos nuevos paradigmas constituyan tu nuevo marco de pensamiento. Que te salgan automáticos, igual que ahora afloran de forma directa ideas que queremos desechar.

Ese es el gran trabajo en el que tienes que invertir tiempo. Es la tarea que, de verdad, te va a servir de palanca para avanzar. Es tu base sólida de crecimiento.

Lo que puedes llegar a conseguir… ¡madre mía!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *