Asegúrate de tener suerte

Ideas clave

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La suerte, el azar o como lo queramos llamar (un poco de contexto)

Querido lector, futuro navegante:

La suerte es algo parecido al comodín del público. La podemos usar para todo. Desde pensar que algo que hemos conseguido se ha derivado de un golpe de fortuna hasta quitar mérito a alguien que nos cae mal. Qué suerte ha tenido…

Algunos miembros de mi familia tenían una fuerte creencia en la suerte y hacían todo tipo de cosas para intentar controlarla: el gato negro, el espejo roto, no pasar por debajo de una escalera, el trébol de cuatro hojas…

Sin embargo, desde hace muchos, muchos años yo no creo en la suerte. Está claro que hay una serie de hechos azarosos que se presentan en nuestra vida, que no podemos predecir y que, en ocasiones, nos favorecen.

Otras, en cambio, nos perjudican.

Pero el azar no es una especie de hada mágica que puede ponerse o no a nuestro favor. No son fuerzas misteriosas que pueden hacernos triunfar o fracasar a su antojo.

Simplemente, son hechos probabilísticos que, además, como bien observaron Kahneman y Tversky, no somos capaces de valorar correctamente a la hora de tomar decisiones.

Entonces, ¿qué valor tiene la suerte en nuestras vidas?

Si solo es cuestión de suerte…

Para mí, muy poco. Sin embargo, en esto estoy fuera de la normalidad. Porque, lamentablemente, en general la gente le confiere mucha importancia.

Sin ir más lejos, el otro día hablaba con un vecino que ha sabido ganarse la vida, después de muchísimo trabajo, de reconocer oportunidades, de tener el valor para dar pasos con cierto riesgo, con aquello que le apasiona: el surf.

Pero el pobre hombre me decía que había tenido mucha suerte.

Ya le dije que, de eso, nada. Porque si dejamos la causa de nuestro éxito a la suerte, ¿de qué valen nuestras decisiones, formación, experiencia, valor…?

Él tomó decisiones arriesgadas en el momento adecuado. Se atrevió a hacer cosas que no había hecho nunca para dar pasos adelante. Creó conexiones y relaciones con gente que se complementaba con él.

¿Qué demonios tiene eso que ver con la suerte?

No en vano, en un estudio de la Universidad de Berna se concluye que aquellas personas que le dan mucha importancia a la suerte en sus vidas son más reacias a emprender que las que la ven como algo accesorio.

Y es completamente lógico, porque esa mentalidad les resta influencia sobre sus propias vidas. Sus resultados no son responsabilidad de ellos, sino del azar.

Eso es muy cómodo, por otro lado, como hemos hablado en otras ocasiones. Hace que yo no tenga culpa de nada. Qué mala suerte he tenido

Pero, a la vez, esa comodidad lleva a la inacción total.

¿Para qué voy a establecer objetivos? Si no tengo suerte, no voy a conseguir nada.

¿Para qué voy a hacer esto, con la mala suerte que tengo?

Para conseguir esto me hará falta mucha suerte.

Y así podríamos pensar en mil frases infecciosas que ya comentamos en su día que, seguro, te has dicho un buen montón de veces.

Generar tu propia suerte

Tenemos que trabajar en dos direcciones para entender cómo nos afecta el azar y cómo aprovecharlo en nuestro favor:

  • Por una parte, creando un marco mental que nos haga inmunes a la suerte. Es decir, un marco en el que, reconociendo que el azar existe, tengamos claro que, para nada, es determinante para alcanzar nuestras metas.

  • Por otro, entendiendo de qué manera nos podemos preparar para que la suerte, cuando se presente, nos favorezca o, al menos, no nos contraríe.

De nuevo, volvemos al mismo punto de siempre. Tú tienes el control de tu vida. Nadie más. Ni la suerte, ni el entorno, ni tus jefes, ni tus familiares. Solo tú.

Pero tienes que tomar decisión y acción para que así sea.

Entendiendo cómo actúa la suerte

Podemos pensar que no hay diferentes tipos de azar. Bueno, sí: los que nos benefician y los que nos perjudican.

La buena y la mala suerte.

Pero existe una clasificación, que elaboró el Dr. James Austin, que me parece mucho más interesante. Por una razón fundamental: porque mira a la suerte desde dentro de cada uno, no desde fuera.

Este enfoque devuelve a nuestra actitud el control sobre la forma de abordar esos hechos fortuitos.

El Dr. Austin plantea cuatro tipos de suerte:

  • La primera es completamente accidental. Sobre ella no podemos hacer nada. Fuerte granizada que nos rompe un cristal. En estos casos, simplemente debemos tratar sus consecuencias y, como buenos problem solver, tomar las acciones oportunas para corregir los impactos negativos y aprovechar las oportunidades que se puedan presentar.
     
    En este tipo de suerte, nuestra reacción no debe ser lamentarnos ni dormirnos en los laureles, sino coger el toro por los cuernos y actuar. No es nuestra responsabilidad lo que ha ocurrido. Sí lo es cómo lo afrontamos.

  • La segunda es la que se presenta, fundamentalmente, porque insistimos e insistimos. Exploramos, experimentamos y, de pronto, ¡qué suerte!, acabamos llegando a la solución.
     
    Es el caso de la bombilla incandescente de Edison. La suerte favoreció a este increíble inventor, que encontró casualmente la solución… tras haber hecho casi mil pruebas.
     
    En este caso, la persistencia para seguir intentando, buscando y probando es la clave. Al final, la solución se presenta si somos capaces de insistir suficiente número de veces. No hacen falta mil: Steve Jobs estuvo dispuesto a volver a su Apple para, a la segunda, triunfar.
     
    ¿Crees que tú habrías hecho lo mismo en la empresa de la que te echaron, culpándote de su mala situación?
     
    Ovidio dijo que la suerte alcanza a todo. Ten siempre el anzuelo echado; en el río que menos esperas habrá algo que pescar.
     
    Incluso para ganar a la lotería tienes que comprar el décimo.

  • La tercera es la que, tras presentarse, abre nuestra mente. Nos ofrece una perspectiva diferente, que, puesta en el contexto de nuestro conocimiento, da lugar a un descubrimiento o innovación significativa.
     
    Es el caso del Dr. Barnett Rosenberg, que estudiando los efectos de la electricidad en el crecimiento de la bacteria E-coli observó que ésta dejaba de dividirse en presencia de un campo eléctrico. Ello le llevó a formular un nuevo tratamiento para el cáncer.
     
    Si el Dr. Barnett no hubiera tenido sólidos conocimientos sobre la influencia de la división celular en la propagación de los tumores ¿habría sido posible que llegar a esa conclusión? Observó, recordó sus conocimientos y pudo establecer las conexiones necesarias ante el suceso fortuito que había presenciado.
     
    Kevin Dunbar y Jonathan Fugelsang nos recuerdan que los científicos no son recipientes pasivos de lo inesperado: en cambio, ellos crean activamente las condiciones para descubrir lo inesperado.
     
    Por tanto, nunca dejes de aprender (otra vez más te lo digo, sí). Nunca dejes de ampliar conocimientos que te permitan aprovechar, en tu beneficio, los golpes de suerte. El que poco sabe, ¿crees que va a encontrar oportunidades ocurra lo que ocurra?

  • La cuarta es aquella que se presenta como superposición de una serie de situaciones resultado de tus contactos, tu estilo de vida, tus aficiones o tus conocimientos especiales.
     
    Aquí te pongo como ejemplo un caso personal: decidido a adquirir un piso en mi querida Cantabria, pregunté en el banco por la posibilidad de tomar una hipoteca. Resulta que la persona que me atendió tenía un primo que vendía un piso justo en la zona que yo quería, en un edificio llamado Villacastín.
     
    ¿Adivinas de qué pueblo de Segovia es mi mujer? ¡Acertaste!
     
    Pero si yo no hubiera conocido a alguien en el banco, si yo no hubiera tomado la acción de preguntar, si yo no me hubiera movido por esa zona, probablemente esta oportunidad única y casual me habría pasado desapercibida.
     
    Y ahora soy más feliz que una perdiz viendo el mar mientras escribo.
     
    Éste es el tipo de suerte que propone cultivar Naval Ravikant, porque es la que te hace único y diferente.
     
    Una vez más te pido que no escondas tus rarezas. Si eres friki de algo, explótalo. Habrá gente que también lo sea. Relaciónate. Muévete para buscar tus sueños. No te escondas. Te aseguro que, así, las cosas pasan.

¿Te das cuenta de que la suerte depende de la forma en que estemos preparados para acogerla?

¿Tienes el valor, la persistencia, la capacidad de acción y el conocimiento necesarios para que tu suerte sea, casi siempre, buena?

¿Te das cuenta de que un mismo hecho puede ser una desgracia o una oportunidad según la situación en que nos encontremos?

¿Cuánta gente ha cerrado con la pandemia mientras otros, en el mismo sector, multiplicaban sus ventas? Mismo hecho, dos resultados opuestos. ¿Por qué crees que ha sido?

Ante los hechos fortuitos puedes retener el control.

Primero, porque cómo te pillen y cómo los provoques es resultado de tus acciones previas.

Después, porque tu reacción ante ellos depende de tus conocimientos, de tu coraje y de tu iniciativa.

Y ante la mala suerte, la que es imposible de evitar, aprovecha para conocerte mejor.

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