Hazte capaz de responder

Ideas clave

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Lo que hay a nuestro alrededor (un poco de contexto)

En la Academia de San Javier me enseñaron muchos valores que me han acompañado toda mi vida.

Uno de ellos fue el amor a la responsabilidad. Algo raro en nuestros días. La gente huye de la responsabilidad como del cólera. Les parece una pesada carga que muy pocos quieren llevar.

Sin embargo, a nosotros nos enseñaron que esa carga te hacía más grande.

A lo largo de mi vida, me he dado cuenta de que tenían razón. He intentado afrontar todas las responsabilidades que me han asignado con gratitud y hacerme acreedor de ellas.

Aun así, con el paso de los años, me he dado cuenta de que hay una responsabilidad que todos, incluido yo, intentamos esquivar y que es la más importante que Dios nos asigna.

La responsabilidad sobre nuestra propia vida.

La esquivamos siempre que echamos la culpa de lo malo que nos pasa a eventos externos. A situaciones que escapan a nuestro control.

No es cosa nuestra. No podemos hacer nada.

Eso nos deja indefensos ante las circunstancias. Como no podemos hacer nada ante los hechos azarosos, como comentábamos en un post anterior, nos dejamos ir por el río de la inacción.

Y, como no hacemos, no podemos, con lo que llegamos a un círculo vicioso entre la convicción y la acción.

Esa corriente es muy fuerte en estos tiempos. Es muy fácil dejarse atrapar por ella. Incluso aunque quieras evitarlo, es tremendamente sencillo quejarse, que es una forma de faltar a esa responsabilidad.

Diana Chapman nos recuerda que aquello de lo que nos quejamos es, frecuentemente, aquello que estamos comprometidos en crear.

¿Qué estoy yo haciendo para evitar eso de lo que protesto? O, mejor aún, ¿qué estoy haciendo para que las cosas funcionen bien?

El papel lo aguanta todo

Lo tengo claro: tomar plena responsabilidad sobre mi vida es, realmente, lo que necesito.

Llevo toda la vida quejándome, criticando a los demás, viendo las cosas que otros hacen mal.

Pero ahora me doy cuenta de que ha sido una forma con la que he ocultado mis propios defectos y mis propios errores.

Me comprometo con todas mis fuerzas a cambiar. Y así lo dejo aquí escrito como prueba de ello.

Si lo viera mi amigo Ricardo, se reiría. El papel lo aguanta todo: uno de sus aforismos favoritos.

Pero, como nos dice Mo Gawdat, tus expectativas de éxito no son lo que produce resultados; es tu acción diligente la que los produce.

Como Ricardo me conoce bien, sabe que me voy a tener que pelear con un hábito muy arraigado en mí. Criticar era un deporte familiar. Es una especie de válvula de escape por la que dejas salir toda la frustración, toda la rabia porque las cosas no vayan como tú quieres.

Es difícil abandonar ese hábito, porque, aunque no me haga sentir mejor cuando mi mente racional lo valora, para mi mente irracional es un alivio. Obtengo cierta recompensa positiva.

Por tanto, solo con el compromiso, con la fuerza de voluntad como aliada, va a ser difícil que pueda conseguir nada.

Porque, además, todavía no he saboreado la sensación de paz que deja saber que lo que te pase es, exclusivamente, derivado de lo que yo haga. Y sí, en cambio:

  • Tengo a todo el planeta Tierra diciéndome que asumir responsabilidades es muy cansado y muy arriesgado.

  • He experimentado mil veces el vértigo de, en efecto, sentirme responsable de mí mismo y encontrarme ante el temido y ahora, ¿qué?

Son fuerzas muy complicadas de vencer.

Pero nosotros somos problem solvers, ¿recuerdas?

Tenemos que creer en el plan

Cuando nos enfrentamos a un nuevo reto, y éste vaya si lo es, hay dos componentes clave que nos van a hacer seguir adelante:

  • Por un lado, que la expectativa del resultado de lo que vayamos a hacer sea lo más positiva posible. En este caso, tomar el control de nuestra vida realmente lo es, ¿verdad?

  • Por otro lado, que nos sintamos capaces de abordar las siguientes acciones que tengamos que tomar. Esto ya no es tan fácil.

Por eso es tan importante planificarlo todo:

  • Porque nos permite comprender la magnitud del desafío sin imaginarnos cosas, sino en su extensión real.

  • Porque planificar no deja de ser definir una colección de tareas a realizar a la hora de abordar este proyecto. Entendiendo los recursos que necesitamos para ellas.

  • Y, sobre todo, porque el plan puede ser tan detallado como queramos, llegando a actividades muy pequeñas y fáciles de abordar, que nos quiten el miedo.
     
    Así, si una de las cosas que tengo que conseguir es incrementar el número de visitas a mi web, es posible que, si no tengo ni idea de SEO, eso me asuste. Pero si la primera tarea es ver un vídeo de un experto en SEO explicándome qué es, la cosa cambia.

Así pues, lo que necesitas es tener un plan, con tareas suficientemente pequeñas y manejables, y, como Fernando Alonso, creer en él.

Es más fácil que actúes para sentirte mejor, decía Orval Mowrer, que esperar a sentirte mejor para actuar.

Nuestra hoja de ruta

Me gustó mucho el enfoque de Ken Honda sobre la responsabilidad. Él emplea un juego de palabras sobre el término en inglés: response-able. Es decir, la responsabilidad es, para él, ser capaz de responder.

¿A qué tienes que dar respuesta?

  • Por una parte, a las cosas que te ocurran y que no estén bajo tu control. Reaccionar ante los hechos, esperados o no, y reconducir la situación hacia donde te interesa.

  • Por otra parte, a lo que te suceda como resultado de tus acciones. Para bien o para mal. Para alegrarte de los avances y asumir los tropiezos.

Esa respuesta implica, en todo caso, acción. Es decir, la responsabilidad así entendida te obliga a actuar para llevar la situación de tu vida por el camino que tú desees.

De esta forma, te realimentas positivamente: ante cada cosa que ocurre, tienes una respuesta. Como siempre tienes respuesta, no importa lo que ocurra, ya que puedes actuar sobre ello y eres tú el que tiene la última palabra.

Es decir, generas un círculo virtuoso de actos y consecuencias.

El problema es que no he pensado así en mi vida. Siempre he confiado en los demás mucho más que en mí mismo. Cualquier acción proveniente de otros, por algún motivo mágico, tenía más fiabilidad que si la hubiera ejecutado yo.

Si alguien ha montado una empresa capaz de contratarme, es porque será más listo que yo, ¿no? Y ya no digamos de la Administración del Estado, con toda la gente que tiene trabajando para ella. ¡Eso tiene que ser la bomba!

Entonces te haces mayor. Trabajas en la Administración del Estado y ves cómo funciona. Conoces un buen montón de empresarios, muchos de ellos de éxito.

Y te das cuenta de que eso que pensabas es la bobada más grande que te puedes imaginar:

  • Primero, porque cada empresario va a velar por sus intereses, nunca por los tuyos. Con lo que sí, te ha contratado, pero para que hagas lo que a él le beneficia, por muy alejado que esté de tus objetivos. Sin embargo, te parece bien apostar por darle tu mejor esfuerzo a él en lugar de dedicártelo a ti mismo.

  • Segundo, porque he observado que hay mucha gente que tiene una habilidad determinada para obtener éxitos puntuales. Pero que, a la hora de sostenerlos en el tiempo, se viene abajo estrepitosamente. Sin embargo, tú eres dueño de formarte y trabajar en mejorar las habilidades que consideres más necesarias.

Y por ahí empieza nuestro plan. Por preguntarte qué necesitas tú. Qué competencias tienes que desarrollar.

Cuesta muy poco descubrir, dice Seth Godin. Pero montones de gente tienen miedo de descubrirlo.

Esas habilidades son lo que realmente te separa de actuar y de hacerlo con confianza.

Para ello, lo mejor es que emplees la técnica del escalador, como ya planteamos al construir nuestros objetivos. Imagina lo que quieres ser de la forma más específica posible: en 3 años quiero ser un programador reconocido en redes sociales.

Para llegar a ser un programador reconocido, antes deberás aprender programación, pero no en cualquier tecnología, sino en alguna especialmente potente.

Por otro lado, para que te reconozcan en redes tendrás que haber creado una marca personal primero.

Para conocer alguna tecnología especialmente potente necesitarás estar expuesto a ideas innovadoras.

Para exponerte a ideas innovadoras te tendrás que suscribir a canales, revistas, blogs, etc. sobre innovación en IT.

Y así, sucesivamente, vamos dando los pasos desde tu cumbre hasta el pie de la montaña, es decir, hasta el lugar donde te encuentras ahora.

Busca dar pasos cortos. No pretendas llegar a la cima de un salto. Cuanto más corto sea el paso, más fácil es darlo. Menos dudas surgen. Más capaz te ves de hacerlo.

No te plantees hacer un máster de golpe. Mejor es que veas un par de vídeos de YouTube y que te leas cuatro o cinco artículos. Hay miles de cursos muy baratos que te pueden ir acercando, progresivamente, al conocimiento que quieres.

Es muy bueno que estudies la trayectoria de las personas que admiras. Las redes sociales, sobre todo LinkedIn, te dan la oportunidad de interactuar con ellos. Si les lanzas peticiones sencillas de ayuda para ganar esas competencias que te faltan, que puedan responder fácilmente con su conocimiento, verás cómo la mayoría responde.

Pero también es muy importante que, cuando empieces a escalar, solo te fijes en ti mismo. En si sigues la ruta trazada. En si estás usando tu piolet adecuadamente. En si llevas la ropa idónea.

No te importe si otro va más rápido por otro lado o ha subido más que tú en una jornada.

En definitiva, el camino hasta hacerte responsable de tu vida es un camino de conocimiento y acción. Adquieres nuevas competencias, que puedes poner en marcha, con lo cual, paso a paso, vas siendo (y te vas sintiendo) más capaz de responder.

No es solo una cuestión de transformar tu mentalidad, sino de dotarte de las herramientas necesarias para actuar.

A partir de ahí, empieza a responder. Casi sin darte cuenta.

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