¿Para qué lees si no lo aprovechas?

El maravilloso placer de la lectura (un poco de contexto)

Querido lector, futuro navegante:

Me encanta leer. Desde hace muchos años. Ha habido épocas en mi vida que, por un enfoque erróneo de mis prioridades, he leído menos y he sentido que me faltaba algo. Tanto para disfrutar de una buena historia como de profundizar en las ideas y las investigaciones de otros.

Creo que leer es una maravillosa forma de enriquecerse que, además, ahora se ha hecho extremadamente sencilla y al alcance de cualquiera gracias a internet y a la lectura en formato digital.

Actualmente, leo con bastante avidez y reservo todas las semanas unas cuantas horas para la lectura, especialmente sobre los temas que más me interesan y de los que os hablo aquí. Temas que, además, me son de utilidad también en el resto de mis proyectos profesionales.

Creo que no es solo cosa mía: todos los que estamos metidos en estos tinglados del desarrollo personal, de los PKMs, de la resolución de problemas somos bastante yonquis de la lectura. Dedicamos muuuchas horas al año a consumir contenidos con los que intentamos crear y aumentar nuestro propio repositorio de conocimiento.

En toda mi vida, nos decía Charlie Munger, yo no he conocido ninguna persona sabia (en un amplio espectro de ámbitos) que no leyera todo el tiempo. Nadie, cero.

Porque la lectura es, desde siempre, la mayor fuente de adquisición de información y de compartición de conocimiento. Es la forma más antigua de comunicación que tenemos, a través de la cual el mensaje sobrevive al paso del tiempo.

Así pues, buscamos en los libros y artículos más piezas de Lego o ladrillos o licores que verter en nuestra coctelera, según cuál de las metáforas te guste más para describir nuestros sistemas de conocimiento.

Y lo hacemos convencidos de que la inteligencia no es solo la capacidad de razonar; es también la capacidad de encontrar material relevante en la memoria y enfocar la atención cuando se necesita, como nos dice Daniel Kahneman.

Muchos hemos hecho cursos de lectura rápida para ser capaces de consumir lo más posible, creyendo que ahí está una de las claves al tener tanto contenido fácilmente disponible.

Incluso se habla de distintas formas de lectura según la intención que tengamos y según cómo la realicemos.

Pero, ¿qué pasa con lo leído al transcurrir el tiempo?

Cualquier memoria es insuficiente

Quizá te haya contado en algún post anterior (ya no me acuerdo) que yo, de (más) joven tenía.. muy buena memoria. Y mucha parte de mis progresos académicos los fiaba a esa capacidad.

Ahora, en cambio, mi memoria va justita. Y, quizá, por eso, como ya hemos comentado, soy muy consciente de que solo la memoria no me da, de ningún modo, para recoger todo lo que necesito en mi trabajo. Máxime cuando tengo varias líneas abiertas y con varios ámbitos diferentes en los que investigar y profundizar.

Y me encanta y estoy abierto a seguir aprendiendo, claro…

Pero creo que no es un problema ni de mi edad ni de mi capacidad: hay un montón de literatura que nos habla de la curva del olvido del aprendizaje, en virtud de la cual, a medida que pasa el tiempo, vamos olvidando la información que hemos adquirido, básicamente por un mecanismo de nuestro cerebro de ahorro de energía.

Es decir, a todos nos pasa que estudiamos un tema, lo investigamos y, pasado cierto tiempo, lo acabamos perdiendo en los mares del olvido. Y eso ocurre también con lo que leemos, ya sea un libro, un artículo científico, o incluso estos posts que tanto te gustan :-).

En mi vida he leído un montón de libros, un montón de artículos, he visto un montón de vídeos o documentales… de los que no recuerdo apenas nada. Y, la verdad, cuando lo pienso como ahora mismo, me da mucha rabia haber pedido el resultado de ese esfuerzo. Sí, disfruté en su momento del placer de la lectura, pero, ¿no podría haber conseguido más?

Por eso, si queremos que lo que leemos pase a formar, de verdad, parte de nuestro acervo cultural, de nuestro propio conocimiento, no podemos darle toda la responsabilidad a nuestra memoria, ni a corto plazo ni a medio.

Puede ser, por último, que te dé pereza. Puede ser que pienses que no te da la vida para trabajar cada documento que leas, porque ya te cuesta mucho encontrar tiempo simplemente para leerlo. Puede ser que estos pensamientos, muy naturales y frecuentes, te limiten a la hora de ir más allá de la simple lectura.

Es más que habitual. Es lo de siempre, ese no tengo tiempo que siempre nos persigue.

Creando el conocimiento propio

Lo que me gustaría conseguir hoy contigo no es ofrecerte el enésimo sistema perfecto de toma de notas cuando leo un libro o un artículo. Yo no me considero experto en este ámbito y solo estoy empezando a perfeccionar mi propio sistema, con lo que soy, como en todo lo demás, el primero que tiene (y quiere) que aprender mucho.

Lo que me gustaría es:

  • Por una parte, que comprendas lo importante que es elegir bien los contenidos que consumas. Más, aquí, puede ser mucho menos, porque ese tiempo limitado que tienes se tiene que distribuir entre contenidos que, de verdad, te aporten.

  • Por otro lado, hacerte entender que, tras leer algún contenido con el que quieras enriquecer tu conocimiento, si no le dedicas un tiempo a procesarlo adecuadamente vas a sacar una mínima parte de jugo a lo que hayas leído.
     
    Un minuto dedicado a procesar tus lecturas son muchas decenas aprovechadas en cualquier cosa que quieras producir a continuación. Pero, sobre todo, es aprovechar de verdad todo el tiempo que hayas empleado en la propia lectura de modo que ésta te ofrezca el máximo resultado.
     
    Cuando hablo de leer puedes cambiarlo por consumir cualquier contenido. Por mucho que los formatos visuales sean cada vez más comunes porque nos exigen menos a la hora de acercarme a ellos, si nos los trabajo posteriormente me va a ocurrir exactamente lo mismo.

  • En tercer lugar, me gustaría que comprendas que consumir conocimiento tiene que ser solo la base de generación de tus propias ideas y la forma en que se deben producir esas ideas.
     
    Piensa que si solo te dedicas a leer y no das el salto a generar con lo que hayas leído podrás ser un gran erudito… sin ningún interés. Piensa que solo desde la práctica es cuando realmente aprendemos y realmente contribuimos. Piensa que tus ideas pueden ser tan buenas como las de cualquier otro.
     
    Y el mundo se merece conocerlas.
     
    Y tú te mereces aprovecharlas tantas veces como lo necesites, por sí mismas o para seguir subiendo en tu pirámide.

Leer es maravilloso como ejercicio en sí. Pero alcanza lo sublime cuando hacemos lo necesario para que leas una vez y te aproveche ciento.

Empezando tu propio camino

Leer es algo que, como todo en la vida, podemos hacer despacio, saboreando la lectura, o deprisa y corriendo, simplemente queriendo pasar por encima de lo escrito como si estuviéramos en una competición.

Por eso, muchos autores son contrarios a los cursos de lectura rápida, porque parecen llevarte a querer lograr el récord de libros leídos para, a la postre, no sacar gran cosa de todos ellos.

Cinco años atrás, yo leía realmente despacio. Y era bastante frustrante ver que, al cabo del año, había leído muy poquitos libros, sobre todo con la pila de libros interesantes que quedaban en mi Lista de deseos de Amazon.

Por eso, mi visión particular del tema es que, evidentemente, lo importante no es el número de libros leídos. Si solo te quedas en la lectura, como hemos comentado, y la haces en Fórmula 1 lo más probable es que sea tiempo perdido. Pero también es cierto que:

  • El ritmo de lectura favorece la concentración, cosa que para mí, personalmente, era (y sigue siendo) un problema.

  • Un buen ritmo no tiene por qué implicar que no prestes atención a lo leído, especialmente si lees con ánimo de capturar ideas y generar notas. Es decir, se trata de saber parar y reflexionar cuando lo leído lo demande. Se trata de dejar que la curiosidad sea la que establezca el ritmo.

Por tanto, si tienes, como tenía yo, un ritmo de lectura de unas 200 palabras por minuto, te recomiendo encarecidamente que hagas algún curso y mejores ese ritmo.

Pero tu capacidad de leer, al final, es una herramienta. Vamos a lo realmente importante: tus contenidos. Son el alimento de tu PKM. Es buena metáfora, porque igual que tu alimentación marca tu salud tus contenidos marcan la salud de tu repositorio de conocimiento.

Por ello, es muy relevante que comprendas que:

  • Debes seleccionar bien las lecturas. Es fácil caer en las redes del libro de moda o de ese otro imprescindible que te han recomendado.
     
    Pero piensa bien, como hemos dicho en otras ocasiones, si eso que te han recomendado tiene sentido en el marco de tus áreas de interés personal. Lo mismo pasa con los artículos o los newsletter. Una lectura sin contexto pierde sentido. Recuerda que nuestro conocimiento está vinculado, precisamente, a nuestro propio contexto.
     
    También es útil emplear, por ejemplo, las valoraciones de Amazon o, como recomiendan desde Farnam Street, observar si el paso del tiempo refrenda la calidad del libro.

  • No hay que tener miedo a dejar un libro a la mitad. Si ves que lo que estás leyendo no te aporta nada, no te sorprende, no hace que tu mente se agite y se inquiete, déjalo. Quizá más adelante te sea de utilidad. Pero si ves que vas avanzando y no te aporta, no tengas miedo de dejarlo para mejor ocasión.
     
    Para los artículos y newsletter, todos ellos suelen tener un pequeño resumen al principio que te dé idea de por dónde va el contenido. Si no te encaja en este momento, quizá guarda el enlace y ya lo retomarás si quieres profundizar en algún tema concreto.

Te pones, entonces, a leer. Lo primero que te recomiendo que hagas es revisar el índice para comprender bien cómo ha estructurado los contenidos.

Seguro que, antes de adquirirlo, ya te has hecho una idea aproximada de lo que va el libro y qué te ha llamado la atención. Pero fijarte en el índice te da ya una buena noción de la forma de presentar el tema y de qué partes pueden ser más interesantes, dado que te llaman más la atención.

En libros que sean especialmente interesantes, hay autores que recomiendan, incluso, elaborar un mapa mental con el índice que luego te permita ir recogiendo las distintas ideas que te sugiera cada parte y, de ese modo, facilitar las conexiones entre ellas.

Los mapas mentales me parecen una herramienta maravillosa para organizar ideas y conectarlas, pero está claro que llevan un montón de tiempo. Ahora bien, recuerda lo que hemos comentado: cuanto más tiempo le puedas dedicar, más rendimiento obtendrás en términos de enriquecimiento personal.

Y esto tiene una segunda derivada la mar de interesante: usar mapas mentales con regularidad potencia tu creatividad, porque te facilita estructurar y vincular un conjunto de ideas en tu cabeza para poder generar otras nuevas o diferentes.

En cuanto empieces a leer, hazlo con curiosidad, sobre todo. Como si fueras un científico en busca de una nueva especie. Intenta encontrar aquello que realmente te llame la atención. Puede ser:

  • Porque sea una idea o un enfoque que no hayas considerado hasta el momento y que te abra nuevas líneas de pensamiento.

  • Porque desafíe lo que creías hasta ahora, tus propios planteamientos.

Para enriquecer tu PKM no te recomiendo que, en lo que leas, busques confirmación a lo que ya sabes. Busca cosas nuevas, que se superpongan a tus conocimientos actuales y generen una nueva capa, un nuevo escalón en tu pirámide.

¿Y qué hago cuando encuentre una idea que me llame la atención? Aquí empezaría todo el proceso de toma de notas. Aunque hay mil sistemas (por favor, investiga, que encontrarás muchísima literatura al respecto sumamente interesante), te comparto algunas ideas relevantes sobre mi método actual, al que he llegado tras probar varios sistemas.

Conviene empezar explicando que llamo yo nota en el contexto de la lectura. Para mí, nota es todo lo que, con nuestras propias palabras, redactamos a raíz de alguna de las ideas que nos propone la lectura en la que nos encontramos inmersos.

Puede ser desde un párrafo completo hasta una línea de tres o cuatro palabras. Yo, muchas veces, simplemente me dejo una invitación para luego profundizar al trabajar, después de la lectura, lo que descargo de la aplicación de Kindle.

A partir de esta idea, en primer lugar, se plantea el eterno debate de las notas en papel o las notas en digital. Hay quien llena los libros en papel de notas, hay quien tiene una hoja de papel al lado del libro o una libreta… pero todo ello tiene el «inconveniente» de que, después, tienes que trasladarlo todo a tu PKM para poder trabajarlo.

Pongo entre comillas lo de inconveniente porque muchos autores consideran que el proceso de traslado puede aportar valor a tu trabajo. De nuevo, depende del tiempo que dispongas para emplear en cada lectura.

Para mí, una vez más, el formato digital es indispensable en nuestros días. A mí me enseñaron desde pequeñito a no escribir en los libros y, quizá de forma un tanto infantil, no me gusta hacerlo aún hoy. Por tanto, las posibilidades que da la aplicación de Kindle para subrayar y añadir notas a cada parte del texto me parece imbatible.

Además:

  • Todo lo que he subrayado queda vinculado a la posición del libro, con lo que puedo volver a consultarlo si necesito aclarar un poco el contexto de lo subrayado.

  • Las notas que haya añadido de mi propia cosecha están igualmente vinculadas a un párrafo concreto.

  • Los subrayados pueden ser en varios colores, lo cual te da opción a definir tu propio código. P.e. yo subrayo ideas en azul y tomo citas en naranja.

Al terminar un libro, entonces, yo descargo todas las notas/subrayados en formato html accesible desde cualquier navegador que, posteriormente, puedes trasladar a cualquier otro formato sin más que copiar y pegar.

Esa descarga no la hago de forma inmediata, porque dejar tiempo tras la lectura permite reposar lo leído y, además, hace que vuelva sobre ello con nuevos ojos, lo que me ofrece la posibilidad de sacar aún más jugo a lo leído.

En formato digital puedes, sin problema, enriquecer tus notas con dibujos, si así lo prefieres. Hay mil aplicaciones que lo permiten en todas las plataformas. P.e. si pegas las notas en OneNote puedes añadir cuantos dibujos quieras de forma muy natural. De nuevo, añadir un aspecto visual a las notas siempre es útil.

Una vez descargado, releo los subrayados y hago una segunda síntesis sobre lo me haya llamado más la atención, conforme a lo dicho, reflexionando sobre ello, actividad que, como ahora comentaremos, es esencial.

A partir de esa reflexión surge la verdadera utilidad de las notas, porque les da el recorrido al que se refiere Tiago Forte cuando nos dice que una nota digital es un «bloque de construcción de conocimiento», una unidad discreta de información interpretada a través de tu perspectiva única y almacenada fuera de tu cabeza.

Déjame que desarrolle un poco cada idea clave:

  • Cuando habla de bloque de construcción se refiere que cada una de nuestras notas sintetiza ideas propias, resultantes de lo leído en combinación con nuestro propio contexto y experiencia (por tanto, conocimiento que hemos generado), que sirven de partida para generar otras ideas combinándolas y conectándolas entre sí.
     
    Por tanto, cuando genero una nueva nota al reflexionar, como decíamos antes, sobre lo leído, realmente estoy generando una nueva pieza del Lego de mi PKM. Pieza que puedo reutilizar cuantas veces necesite.
     
    Por eso es importante que nuestras notas sean concisas, sin divagaciones pero, a la vez, claras, para facilitar su reutilización. Ya podré divagar al conectarlas y generar nuevas ideas.

  • Cada nota es mi propia interpretación de lo que se refleja en el libro. Por ello, tiene que estar siempre elaborada con mis propias palabras. De este modo, puedo expresar lo que he comprendido de la lectura, poner el contenido a la luz de mi propio conocimiento e, incluso, expresar dudas, apreciaciones, etc.
     
    Es desde el intento de expresar ideas (de otros) cuando la comprensión evoluciona, nos dice Wolff – Michael Roth, más que a la inversa.

  • Las notas, por definición, son escritas en el formato que quieras, pero de modo que te asegures que perduren en el tiempo más allá de lo que lo hace tu memoria. Como decía Albert Einstein, mi lapiz y yo somos más inteligentes que yo mismo.

El resultado, por tanto, realmente valioso de la lectura viene cuando generamos ese tipo de notas, nacidas de nuestra reflexión, que archivamos en nuestro PKM y que van construyendo nuestro cuerpo de conocimiento.

Sobre todo porque esas notas nos permiten conectar unas con otras para, entre ellas, sacar nuevas ideas y reutilizarlas siempre que nos sea útil. Para que el conocimiento sea productivo, decía Peter Drucker, tendremos que aprender a que los árboles nos dejen ver el bosque. Tendremos que aprender a conectar.

Esa conexión es la que, realmente, construye el conocimiento.

Es decir que, una vez que hemos llegado a conclusiones sobre lo leído y las hemos reflejado en notas, tenemos que trabajar sus conexiones, como veremos en próximos posts.

Ideas clave

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