Ideas clave
La tecnología llamada a cambiarlo todo (un poco de contexto)
Querido lector, futuro navegante:
Me gusta imaginarme cómo sería la vida del ser humano primitivo.
Al principio, recolectando los frutos que le ofrecía la naturaleza. Cazando todo tipo de animales y comprobando cuáles eran más sabrosos y fáciles de digerir.
Imagino la primera división del trabajo: a ti se te da mejor cazar. En cambio, yo distingo muy bien los distintos frutos y sé reconocer cuáles son venenosos y cuáles no.
Luego, cuando descubrieron los primeros cultivos, más tareas que antes no existían: preparar la tierra, poner las semillas, incluso los primeros riegos o abonos.
Más división del trabajo, pero siempre para tareas ejecutadas manualmente.
Luego, el dominio de los metales. Otras tareas manuales para los herreros. La creación de los tejidos. Trabajos diferentes, pero también manuales.
Y con cada nueva tarea, la búsqueda de un nuevo invento para simplificarla, sobre todo las más arduas. A esos inventos es a lo que llamamos tecnología.
Llegó la primera revolución industrial y todo empezó a transformarse más rápidamente, sobre todo porque la tecnología comenzó a alcanzarlo todo.
¿Y dónde nos encontramos ahora? La mayor parte de los trabajos manuales, al menos los más duros, son realizados por máquinas.
En cambio, ahora nos dedicamos, por ejemplo, a picar en un ordenador toda la información que nos llega en un correo y que queremos registrar en un CRM.
Cuando hace 60 años apenas nadie tenía ordenador, internet no era ni siquiera un sueño y CRM serían las iniciales de cualquier cosa menos un sistema de relación con clientes.
Y, ahora, llegan las inteligencias artificiales (IA) generativas.
No tenemos capacidad infinita
Es un fenómeno conocido, expuesto ya en la Teoría de la Carga Cognitiva de John Sweller, que el cerebro humano tiene una capacidad limitada para procesar información, lo que llamamos carga cognitiva.
Así, cuanto más compleja es ésta, mayor es la capacidad que se consume. Lo mismo ocurre con la que está mal estructurada o se obtiene en contextos con elevada estimulación.
Una carga de trabajo elevada, por ejemplo, consume la mayor parte de esa capacidad.
Si queremos emplear nuestro cerebro, mayoritariamente, en tareas creativas, analíticas, de toma de decisiones complejas, es decir, en tareas que solo el ser humano es capaz de abordar, necesitamos generar el espacio que consumen las tareas más triviales.
Ahora bien, ¿cómo podemos hacer eso?
Tu asistente personal… para pensar
A medida que el ser humano se ha ido liberando de tareas manuales, fundamentalmente en el transcurso de los últimos siglos, ha predispuesto su cerebro para la realización de tareas cada más intelectuales. De ahí nace el trabajo del conocimiento.
El porcentaje de población que dedica su tiempo a tareas intelectuales no ha hecho sino subir desde el Renacimiento a nuestros días.
Es obvio que, para un hombre de la Edad Media, trabajar con una Excel podría haber supuesto un trabajo totalmente abrumador, cuando para nosotros es algo natural en nuestro día a día.
Es decir, que el cerebro del hombre ha evolucionado para ser capaz de asumir cada vez más carga cognitiva.
¿Qué ocurre con la llegada de la IA generativa? Porque mucho se está escribiendo sobre el impacto que esta tecnología va a tener en el empleo. Sin embargo, me gustaría poner el foco en este post sobre la influencia, en cambio, que puede tener sobre esa evolución.
En primer lugar, conviene saber en qué nos puede ayudar esta tecnología:
Pero esto solo son algunas ideas, para los aspectos más básicos del trabajo. En tu posición concreta, es posible que alguna de estas opciones no aplique y, en cambio, puedas, conociendo las capacidades y limitaciones de la tecnología, identificar otras.
Éste es un primer punto importante: debemos conocer de qué formas nos puede ayudar estas herramientas en nuestro día a día, así como en qué aspectos debemos tener cuidado con ellas, igual que aprendemos a manejar un PC o cualquier suite de ofimática.
Una buena forma de pensar en la IA es como un asistente personal: tienes que aprender en qué cosas te puede ayudar, en cuáles no, así como la mejor forma de interaccionar con ella.
Tiago Forte advierte, sin embargo, que la IA puede verse como un asistente personal quien, a pesar de ser muy entusiasta y rápido, no tiene tacto y necesita un poco de guía para entender las cosas.
Si aprendemos a usar la IA, por tanto, ésta puede reducir considerablemente la carga cognitiva que actualmente nos generan las tareas de escaso valor. Como dice Sabine Hauert, los robots no van a reemplazar a los humanos, van a hacer que su trabajo sea mucho más humano. Difíciles, degradantes, exigentes, peligrosos, aburridos: estos son los trabajos que realizarán los robots.
Solo esta ayuda ya nos habilitaría para poder dedicar nuestra mente a tareas más complejas.
Pero hay que tener en cuenta que nuestra capacidad cognitiva sigue siendo la misma. Por tanto, si queremos desarrollar nuestro cerebro, necesitamos entrenarlo para asumir más carga, pues esa complejidad implica mayor consumo por tarea realizada.
Y ahí también podemos encontrar la ayuda de esta tecnología.
Cuando interactuamos con la IA generativa, hay dos aspectos muy interesantes a tener en cuenta:
Pero, en ambos casos, fíjate que estamos generando un diálogo hombre-máquina en el que ambos se benefician de las capacidades del otro al generar sus conclusiones. Cada nuevo más está más elaborado que el anterior. Cada paso puede ofrecer una nueva vía.
Cuando le preguntas a David Hurtado sobre la IA generativa tiene un punto de vista que me encanta: en efecto, es un asistente personal… para pensar.
Así que la IA nos presenta una doble revolución, para bien:
Tenemos ante nosotros una increíble oportunidad de que el ser humano dé un enorme paso adelante en su camino evolutivo.
Podemos aprovecharla o querer seguir igual y perder el tren, protestando porque una tecnología que nosotros mismos hemos creado nos va a quitar un trabajo que a nadie la gusta hacer.
La inteligencia artificial, apunta Elon Musk, es una herramienta poderosa, pero solo será tan buena como la sabiduría de aquellos que la controlan.
Una vez más, estamos ante una decisión personal.
¿Cuál va a ser la tuya?