No te debe caber duda

Aprendiendo a mirar y conocer

Querido lector, futuro navegante:

Con nuestro post anterior, hemos concluido nuestro segundo viaje. Personalmente, casi me parece mentira, haber completado ya dos ciclos completos. Me parece mucho pero, a la vez, se me hace poco, como si fuera de Bilbao. Tengo ganas de seguir avanzando, de seguir creciendo. ¿Tú no?

En esta segunda vuelta al mundo hemos buscado empezar a transformar nuestra forma de pensar. De decidir correctamente el destino de nuestro viaje, de saber qué es lo más adecuado y lo más eficaz para ir avanzando en nuestro día a día, de construir la estructura adecuada para nuestro saber y de abrir nuestra mente para aprender y comprender.

En todos y cada uno de los momentos de nuestra vida.

Hemos de comprender que todo pasa por transformar diversas ideas que podemos tener en nuestra mente y que no son las adecuadas para crecer profesionalmente, como pretendemos. Este segundo viaje lo hemos dedicado a sembrar los principios de esa transformación.

No importa de dónde partamos. No importa a dónde queramos llegar. Importa que entendamos unos principios básicos y que los pongamos en práctica. Pero, sobre todo, que hagamos de esa práctica nuestro modo de vida.

Cada uno interpretará esos principios y los adaptará a su vida, a su contexto, a su dinámica personal, a su base actual, a sus intereses y ambiciones. Esa es, precisamente, la belleza de esos viajes, que a cada uno de nosotros nos tocan de una forma especial y única.

Ahora bien, si vamos comprendiendo esos principios, como pretendíamos en estas últimas etapas, empezaremos a notar que hay cosas que están cambiando. Que muchos aspectos de nuestra vida ya no los vemos igual que antes.

Si has podido trabajar todo lo que te he ido proponiendo, aunque, obviamente, estemos todavía realmente lejos de llegar a ser navegantes, seguro que podrás reconocer ya unos cuantos cambios positivos.

El primero de ellos, tener en la mente, al menos, una pequeña luz de nuestro motivo último.

Qué bueno es saber por qué

Qué difícil es avanzar en la vida sin tener un motivo. Cuántas personas pierden la motivación en lo que hacen, sencillamente, porque no saben por qué.

Sin embargo, encontrar ese por qué, lo que hemos llamado propósito, nos resulta bastante difícil. Probablemente porque nos ponga enfrente de lo a dónde estamos llevando nuestra vida y, muchas veces, nos lance mensajes muy, muy incómodos.

¿Qué estás haciendo con tu vida?

¿Por qué has renunciado a esto que tanto te gustaba?

Tanta energía gastada… ¿para qué?

¿Por qué te has acomodado en esto que sabes que no te gusta?

Sin embargo, a decir de David Perell, una vida sin convicción es una vida controlada por los vientos fútiles de la moda. Así es. Lo más fácil es que nos dejemos llevar y acabemos viviendo la vida de otros y cumpliendo los objetivos de otros.

Descubrir nuestro propósito nos proporciona significado. Nos da la herramienta ideal para separar la paja del grano. Para saber qué debemos atender y qué, por el contrario, debemos ir dejando de lado.

No me cansaré de repetirlo, porque es una de las cosas que más claramente he aprendido en mi vida: es tan importante saber qué debes descartar como en qué debes poner el foco. Los noes son, en muchas ocasiones, mucho más productivos que los síes. ¿Lo has experimentado ya?

Me encanta esta reflexión del Dr. Michael Steiger: un significado permite a la gente interpretar y organizar sus experiencias, alcanzar un sentido de su propia valía y lugar, identificar las cosas que les importan y dirigir efectivamente sus energías. El término significado en la vida ha sido utilizado para describir el constructo bajo todas esas dimensiones y, en su esencia, el significado de la vida se refiere a las creencias de la gente de que sus vidas son relevantes y que han trascendido el presente efímero.

Tu propósito, por tanto, es tu cimiento. Buscarlo, comprenderlo, hacerlo verdaderamente claro es básico para poder crecer, desde él, desarrollar un plan de vida y llevarlo a cabo.

Como dice Dandapani, es una imagen general, aunque no estemos ahora mismo enfocados en los detalles, pero ver el panorama general me permite saber a dónde me dirijo. Me permite corregir mi rumbo cuando me distraigo o tomo el camino equivocado.

Con un propósito claro todo lo que hacemos cobra sentido o lo pierde. Nuestro propósito es un poderoso tamiz.

Y es una de las principales narrativas personales que debemos desarrollar para enfrentar los obstáculos que nos presenta nuestra existencia.

¿Interpretar el mapa o conocer el camino?

Probablemente, ayer mismo te dijiste, ante alguna dificultad, que era superior a tus fuerzas. Quizá no lo verbalizaras, quizá no lo expresaras en voz alta. Pero algo en tu interior te recordó, como lleva haciendo toda tu vida, que eso te superaba.

Si nos enfrentamos a nosotros mismos, a todas nuestras voces interiores, casi con toda seguridad saldremos perdiendo. Sobre todo, a estas alturas de nuestro periplo. Confiar en nosotros mismos hasta el grado de superar esas inseguridades casi seguro que estará lejos de nuestro alcance.

Pero no podemos quedarnos parados. Tenemos que buscar una alternativa. Como hemos dicho muchas veces, la práctica es la clave. El movimiento. La inercia.

¿Qué sientes cuando sigues, paso a paso, unas instrucciones detalladas de un electrodoméstico? ¿Notas algún tipo de inseguridad o, en cambio, te limitas a seguir adelante, cumpliendo las acciones que te vienen dadas?

Cuando tenemos un sistema claro de trabajo, cuando la siguiente acción está definida, las dudas desaparecen.

Si podemos confiar en ese sistema, no necesitamos hacerlo en nuestras propias capacidades. Simplemente, tenemos que seguir las instrucciones.

Cal Newport nos habla de crear un documento raíz que describa tu sistema de trabajo y considerarlo como tu único compromiso en tu forma de actuar. Solo un compromiso. Sin más preocupaciones.

Por eso, crear sistemas para todo en tu vida profesional es la forma de traspasar la responsabilidad de ti mismo a ese sistema. Igual que tenemos que aprender a reconocer que nosotros no somos nuestros pensamientos, también podemos transferir el peso de la culpa de nuestras habilidades a nuestros sistemas.

¿Quién no ha pensado, en alguna ocasión en su vida profesional, como hacer de otra forma alguna actividad para que resulte mejor? ¿No es algo natural en nuestra forma de pensar y actuar?

Por eso funciona tan bien trabajar con sistemas. Porque, si fallan en algún punto, tenemos costumbre de arreglarlos.

En cambio, no tenemos ninguna costumbre de confiar en nosotros mismos. No, al menos, de momento.

Ojo, esto es un arma de doble filo: a veces, sin saberlo, construimos sistemas destructivos, basados en conjuntos de ideas y pensamientos muy arraigados en nuestras sociedad, muy bien conectados entre sí, que se llevan por delante nuestra fe, nuestra ilusión y nuestras ganas de seguir avanzando.

Conexiones en la vida

Cuando hablamos de sistemas, tenemos que recordar que nos referimos siempre a un conjunto de elementos conectados entre sí. La clave de nuestro sistema está, precisamente, en esas conexiones, que nos llevan de un concepto a otro, de una actividad a otra, de un ámbito a otro dentro del sistema.

En la vida, prácticamente todo está conectado. Podemos encontrar relaciones causa-efecto entre multitud de situaciones. Esas conexiones son muy relevantes, porque nos permiten encontrar las razones últimas de algunos eventos o de algunas formas de actuar.

Lo mismo nos ocurre con los hábitos. En nuestra vida, la manera en que actuamos de forma rutinaria no suele ser aislada: cada comportamiento, una isla. Por el contrario, nuestros hábitos suelen estar relacionados entre sí, también con relaciones causa-efecto, de modo que unos hábitos desencadenan otros.

Te puedes suponer la importancia que tienen esos hábitos que actúan como gatillos para lanzar otros. Esos que hemos llamado claves por su importancia en todo nuestro sistema de hábitos.

Si no somos capaces de identificar la raíz, por mucho que trabajemos en otros hábitos más superficiales, nos costará infinitamente más corregirlos o implantarlos. Porque seguiremos teniendo ese desencadenante por debajo, que seguirá actuando y seguirá llevándonos a ejecutar las acciones encadenadas.

Al contrario funciona igual: si vamos directamente a los hábitos clave, construir otros sobre ellos o desbaratarlos nos costará infinitamente menos, porque hemos bajado a los cimientos.

De hecho, veremos cómo una táctica excelente para construir nuevos hábitos es encadenarlos a otros que ya tengamos incorporados, de forma que nos lleven de la mano en la implantación de los nuevos hábitos.

Comprender, además, las conexiones entre nuestros hábitos nos proporciona una visión profunda y realmente enriquecedora de nuestras motivaciones últimas. Nos facilita enormemente conocernos a nosotros mismos y nos da pistas para darle una vuelta a nuestras metas, nuestros proyectos e, incluso, a nuestro propósito.

La importancia de un buen criterio

El hombre que entiende los principios puede escoger eficazmente sus métodos. El hombre que pone a prueba los métodos, ignorando los principios, seguro que tendrá problemas.

Creo que estas palabras de David Allen recogen perfectamente una idea que considero fundamental: la importancia capital de entender los conceptos, los principios básicos que subyacen en los ámbitos de nuestro interés.

Los aspirantes a navegantes como nosotros leemos mucho. Buscamos respuestas a muchas preguntas que nos hacemos y, muchas veces, las encontramos en lo que dicen otras personas, cuya autoridad consideramos probada. Los famosos gurús, tan de moda hoy en día.

Pero, a veces, el aceptar como válidas esas respuestas nos crea una dependencia de sus autores. Cuando nos surgen dudas de la aplicación de tal o cual planteamiento, pensamos en cómo lo haría esa persona. Le damos vueltas a lo que ha escrito, a sus conferencias, a todo el contenido que haya generado en busca de soluciones.

Pero muchas veces perdemos la perspectiva de que sus soluciones pueden valer para él y para sus circunstancias. Igual que muchas de las soluciones que te he ido e iré proponiéndote han surgido de mi propia experiencia. Recuerda que hablábamos de conocimiento como información puesta en contexto y sometida a una experiencia. En este caso, la mía.

En cambio, si nos fijamos en los conceptos que están en el fondo de cada una de estas ideas, los trabajamos y los comprendemos de verdad, entonces los podremos aplicar a nuestra propia vida y crear nuestras propias soluciones que, de verdad, nos sirvan de ayuda.

Son los first principles de Elon Musk.

Es más complejo, mucho más, pero cuánto más eficaz.

Decía el profesor Feymann que aprendí muy pronto la diferencia entre conocer el nombre de algo y conocer ese algo.

Tenemos que profundizar en los conceptos y, después, aplicarlos a nuestra vida. Por eso es tan importante que partamos de ideas claras y, con ellas, estructuremos todo.

Primero, comprender. Luego, pasar a la acción. Luego, resolver dudas. Y seguir trabajando.

¿Entiendes por qué me empeño tanto en los sistemas? Porque, como vengo comentando en este post, todo está conectado. Si perdemos las conexiones, perdemos el equilibrio y perdemos el significado. Pero, para establecer los sistemas, tenemos que tener claridad en las ideas, no seguir ciegamente los métodos de otros.

Cuando crees tu estructura de conocimiento, parte de conceptos que tengas claros. Posiblemente no todo esté claro. No esperes a eso, porque nunca conseguirás llegar. Pero sí tienes que haber alcanzado una mínima comprensión.

Utiliza esos principios para tu primera versión, para comenzar a experimentar, a encontrar obstáculos y a buscar tus propias soluciones.

Al trabajarlas, quedarán integradas con tu vida. Estarán conectadas a todos los aspectos.

En cambio, si aplicas a ciegas lo que otros te dicen, lo que conseguirás es tener un batiburrillo de cosas inconexas, incompletas y, sobre todo, ineficaces.

Te quedarás en el nombre.

Ignorantes y curiosos

Si te das cuenta, tenemos mucho que pensar, que buscar, que trabajar. Nadie nos va a quitar nuestra experiencia y el conocimiento atesorado a lo largo de ella. Es algo así como nuestro tesoro. Es, también, un cimiento fundamental para nuestro viaje.

Pero no lo es todo. Nuestra vida debe ser evolución. En ningún momento debemos sentirnos ya complacidos, suficientes, sobrados. Siempre habrá nuevos retos, nuevas ilusiones. No importa la edad. Os lo aseguro.

Siempre habrá una situación, un nuevo problema, cuya resolución nos presente nuestros límites con claridad. Nos saque completamente de nuestra zona de confort y nos enfrente a nuestras debilidades y limitaciones. Y eso es francamente bueno.

Porque vivir la vida con la curiosidad del niño, con la sensación de que siempre, de todo y de todos podemos aprender algo, es la mejor manera de enfrentar cualquier reto. No nos vence. Simplemente, tenemos que aprender para superarlo.

Superar obstáculos en la vida no es, por tanto, más que dar siempre los mismos pasos: acumular nuevo conocimiento, ponerlo en práctica de manera persistente y, con la reiteración, llegamos a un nuevo estado de confianza. Pero siempre partimos de la ignorancia.

Decía Karl Popper que la verdadera ignorancia no es la ausencia de conocimiento, sino la renuncia a su adquisición. La ignorancia es un arma poderosa si nos lleva a tener ansia por comprender, por la motivación que nos proporciona.

En la resolución de problemas, ese ansia nos debe llevar a no dar nada por sentado y a querer comprender todas las dimensiones del problema, partiendo de lo limitada que pueda ser nuestra visión, tanto de la situación como de los principios fundamentales que rijan el ámbito donde aquel se haya producido.

Es contraintuitivo, pero, en nuestra futura condición de problem solvers, debemos partir del punto opuesto al que parece normal: en lugar de empezar como todopoderosos y omniscientes profesionales, debemos considerarnos ignorantes y ávidos de comprender y conocer.

Qué fuerza nos da esa posición. Parece también absurdo, pero esa forma de verdadera humildad nos abre las puertas de todo el mundo, porque rompe las barreras con nuestro interlocutor, nos hace poner en valor todo su conocimiento y les genera confianza y tranquilidad ante nuestro abordaje.

Y, más aún, nos previene ante la debilidad de dar cosas por sentadas, de partir de ciertas conclusiones, de ignorar detalles que pueden ser claves. La vida está en los detalles. Qué gran verdad.

Cómo hemos cambiado

¿Te has fijado tú, tras estas dos vueltas al mundo, en los detalles?

¿Has visto cómo tu mentalidad de víctima se va transformando y te sorprende con menos frecuencia?

¿Te has fijado en cómo vas dándote cuenta de lo que realmente es importante en tu vida?

¿Has notado cómo esa consciencia te lleva a saber a dónde focalizar tus energías y qué cosas, en cambio, debes abandonar?

¿Has comprendido cómo cambian las cosas cuando confías en tu sistema?

¿Te has percatado del alivio que supone saber que tienes un sistema que puedes mejorar día a día y que está bajo tu control?

¿Tienes ya claros esos hábitos que quieres cambiar y esos que, en cambio, te van a ayudar si los incorporas a tus rutinas?

¿Te has dado cuenta de cómo está todo de conectado?

¿Has empezado ya a organizar tu conocimiento de una forma que te ayude mucho más en toda su gestión?

¿Has salido ya de la inundación de información al centrarte solo en lo que, de verdad, contribuye a tus objetivos?

¿Has visto ya dónde necesitas completar tus conocimientos?

¿Has observado cómo cambian las dificultades cuando tenemos un método para abordarlas?

¿Has entendido que saberte ignorante no te hace pequeño, sino mucho más fuerte?

¿Te has fijado en cómo cambia un problema cuando, en primer lugar, lo intentamos comprender en todas sus dimensiones?

Muchas preguntas en las que puedes trabajar. Muchas preguntas que te generarán otras preguntas. Si quieres que te intente ayudar con ellas, déjamelas en los comentarios. Recorramos juntos este camino.

Si hasta ahora he conseguido que vayas encontrando tus propias respuestas, estas dos vueltas al mundo habrán merecido, sin duda, la pena.

Pero yo continuo el viaje. ¿Te vienes?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *