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Encuentra en las responsabilidades que asumes una muestra de tu capacidad de responder en la vida.

Ante los demás y ante ti mismo.

Del modo en que aportas valor.

Así podrás saber cuáles son las adecuadas y cuáles corresponden a otros.

Tomar plena responsabilidad requiere de un conjunto de acciones bien planificadas.

Esa planificación es ya una forma de tomar el control.

Y de facilitar que empieces a ejecutar las pequeñas acciones que, una tras otra, te llevarán a ser, tú y solo tú, el dueño de lo que te ocurra.

Rechazar la responsabilidad sobre tu propia vida profesional es otra forma más de autolimitación.

Los obstáculos te los pones tú en el camino.

Nadie más.

Es lo bueno que tiene: que, igualmente, tú mismo puedes retirarlos y crearte una autopista.

El amor a la responsabilidad, como todo, se puede "entrenar".

Primero, asumiendo pequeñas responsabilidades, viendo cómo respondes y cómo te sientes.

Empezando a perder el miedo y comprobando los resultados.

Es una tarea de toda la vida.

Empieza cuanto antes.

El precio de la grandeza es la responsabilidad sobre cada uno de tus pensamientos. 

Winston Churchill