Una buena pregunta invita. Mueve a razonar. Agita la imaginación.

Una buena pregunta es mucho mejor que una buena idea, porque puede dar lugar a muchas.

Una buena pregunta es un vínculo de ida y vuelta. Sirve al que la hace y al que la recibe.

Trabaja tu capacidad de preguntar.

Qué importante es alcanzar equilibrio en la vida. Entre tu trabajo y ocio. Entre tus metas profesionales y personales. Entre tu ignorancia y conocimiento.

Pero alcanzar el equilibrio siempre necesita de flexibilidad. De humildad. De conexión.

De escuchar lo mismo que hablas.

Decide despacio. Tómate tiempo para entender bien la situación y tener toda la información.

Pero, cuando ya la tengas, no te demores más para poder ver los resultados.

Con ellos, no tengas miedo de cambiar de opinión y de corregir el rumbo.

Aprende y experimenta a partes iguales.

Mantente al final. Mantente en silencio.

Acumula perspectiva e información de los demás.

Toma la ventaja de saber lo que todos han dicho antes de dar tu versión. Obtén una visión completa de la situación.

Y solo cuando hayas ganado esa posición, permítete opinar y expresarte.

Estoy en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo.

Voltaire