Cambiar no tiene un límite de edad.
Puedes dejar de hacerlo igual a los 10 años y a los 90.
Porque no depende de tu capacidad mental ni de tu estado físico.
Solo depende de una elección personal.
Nadie puede obligarte a cambiar.
Ni siquiera las circunstancias más adversas.
Por eso, quizá sea mejor que no esperes a que algo grave ocurra.
Sino que hagas de mejorar constantemente un proyecto de vida.
El cambio debe venir de dentro de ti.
Pero la guía para saber en qué debes buscarla fuera.
Entiende qué cosas podrías hacer mejor por los demás.
Para que tu cambio, de verdad, tenga su impacto positivo.
El mejor consejero del cambio son tus propios errores.
Por eso, no hay que tener miedo a equivocarse.
Siempre que sea pequeño y rápido.
El verdadero miedo viene de la ceguera para reconocer tus equivocaciones.
Cada uno de nosotros custodia una puerta del cambio que sólo puede abrirse desde dentro.
Francisco Alcaide