La autoconfianza es un poquito de autocompasión, de saber comprenderte a ti mismo y de centrarte en tus propios hechos.

De entender que no tienes que ser Superman pero, a la vez, admitir que, a veces, haces cosas increíbles.

De poner errores y aciertos en la misma balanza.

La humildad debe mirar hacia delante. A lo que voy a construir. A la gente que tengo que tratar.

No estés mirando siempre hacia atrás por humildad. A que lo que hice no es tan importante. A que ese logro que alcancé lo consigue cualquiera.

El horizonte marca, aquí, la utilidad.

Humildad y confianza en uno mismo a veces se ven como elementos contrapuestos.

Pero son, realmente, complementarios.

Cada uno marca límites al otro.

Y en el equilibrio entre ambos está una personalidad sana y constructiva.

La humildad no va de creer que eres menos que nadie. De despreciar sistemáticamente todos y cada uno de tus actos.

De quitar importancia a todos tus logros.

Va de entender que necesitas a los demás para construir verdades.

Y estar siempre abierto a los otros en todas tus metas.

Cuando empiezas a hacer que ocurran cosas, empiezas a creer que eres capaz de hacer que sucedan. Y eso es lo que hace que sucedan las cosas.

David Allen