Hacer deprisa. Pensar deprisa. Hablar deprisa.

En la cultura de la inmediatez, cualquier cosa lenta está denostada.

Y, sin embargo, solo desde la pausa podemos comprender bien. Solo desde la calma surgen las buenas ideas. Solo esperando se pueden cerrar los buenos acuerdos.

Creemos que dar la razón a otros es un signo de debilidad.

Considéralo mejor un signo de sabiduría. ¿Quizá el otro esté en lo cierto?

O de habilidad. ¿Qué acuerdo puedo alcanzar así?

O de flexibilidad. ¿Quizá así lleguemos a un punto medio?

¿No es mejor que ambos tengamos razón?

Tenemos prisa por expresar nuestras ideas. Pensamos que el que da primero, da dos veces.

Pero escuchar antes nos da perspectiva. Nos proporciona más datos. Evita errores de juicio por no conocer toda la información.

Sobre todo, nos entrega el control del ritmo de la conversación.

La curiosidad tiene un poderoso efecto transformador.

Hace que algo desagradable se convierta en motivo de reflexión.

Hace que algo hermoso se convierta en sorprendente.

Hace que un contratiempo se convierta en un mensaje.

Y evita que, al expresar una opinión, seamos imprudentes.

There is nothing more beautiful than someone who goes out of their way to make life beautiful for others.

Mandy Hale